I
No hay que inventar explicaciones ni pretextos;
al menos no para este encuentro.
Simplemente había heridas
y ambos nos necesitábamos.
Me helé al verte llegar.
Tu rostro discretamente maquillado,
tu cabello ondulado
suelto al aire.
Un bello vestido claro,
ligero y lindo
que ajustado a tu cuerpo
imitaba tu silueta
y despertaba mi curiosidad.
Unos sugerentes botones sueltos
especialmente para mí.
II
Al cruzar el portal de la habitación
nos fundimos en ósculos apresurados
para expirar la impaciencia
y desnudar la timidez.
Jugueteando lascivamente
buscábamos no recordar
nuestra doliente soledad.
Recostados, y tú encima de mí,
mi mano palpa tus piernas
y se extravía entre sus delirios.
Tus prendas desvanecieron y
vestiste sensualidad.
La tela se deslizó por tu figura
cediendo a nuestra ansiedad
para no demorar más lo inevitable,
para mostrar misterios
y nuevos mares.
Rozando sensibilidad
y sin creer a mis sentidos
exploré delicias y rincones.
III
El arte en tus besos me hipnotizó,
y con ternura esfumaste mi ropaje.
Mi pecho y tus manos,
tus labios y mi cuello.
Tu aliento caminó por mi vientre
descendiendo hacia el deseo.
Dulzura de tu boca,
Caricias de tu lengua.
quebraste mis suspiros
con tan cariñosa felación.
Ganaste el duelo,
y vulnerable a tus encantos
rompí en éxtasis.
IV
Devolviendo la gracia
volví a la fuente, tus labios.
Con torpeza y con tropiezos
navegué por tu mapa,
islas y naufragios a través de ti:
tu mentón,
tu cuello,
tu hombro derecho,
sumergiéndome en tus senos,
y el lunar bajo el pezón izquierdo;
tu cintura,
tu ombligo,
me perdí en tu cadera,
y encallando entre tus piernas
me hallé otros tiernos labios
que besé sin recelo
mientras tu espina entera se erizaba.
Tus muslos abrazan mi cuerpo
y tu espalda se arquea de gozo.
Los botones de tu pecho
cantan tu inasfixiable excitación.
Sentí tu esencia temblar
cuando un gemido salió de tu garganta.
Vínculo hermoso,
a la luz de un orgasmo.
V
Emprendimos esto como un juego
siendo cómplices que querían
vengarse de la vida
y olvidar el pasado.
Juramos y apostamos
que esta sería la única vez.
Pero caímos
e imaginamos un futuro juntos.
Envuelta en las sábanas
preciosa mujer,
diosa húmeda
no había mejor tesoro que admirarte.
Me miraste dulcemente y sonreíste.
Sin palabras me abrazaste.
Profundamente y segura te fuiste colocando,
el perfume de tus cabellos revueltos sobre mi cara,
secuaz oscuridad que enmarcaba tu figura.
Piel a piel hasta el alba,
comunión inusual
Morí mil veces dentro de ti,
y reviví con el baile de tus caderas.
A la verdad de tu experiencia y de nuestro primer encuentro,
con mentiras piadosas te oculté mi virginidad que ya te habías llevado.
Coito transmutado en poesía,
preferimos compartirnos a poseernos.
VI
Unidos por un abrazo
bajo el agua que nos baña
nos susurramos secretos,
temores y delirios.
Desbordando afecto
y evitando los resquicios
de nuestros cuerpos empapados.
Ya no necesito abrazos espectrales ni labios ausentes,
tú me completas.
Murió el deseo con el amanecer
para invitar al amor a entrar en nuestras vidas.
este ya es viejo
ResponderEliminaroriginalmente lo hice para un concurso literario
donde el tema tenía que ser la primera noche de una pareja